Por lrtaiji
Un alumno nuevo que llegó con una alta carga de ansiedad me llevó a las siguientes reflexiones sobre algunos aspectos de la práctica de tai ji quan, y pienso que ellas pueden ayudar a incorporar los contenidos de esta disciplina, especialmente para quienes se inician.
En concreto, este alumno me pedía que lo corrigiera más cuando realizaba ejercicios en los que se trabaja respiración y movimiento de energía. Éstos tienen como objetivo concentrarse en el aquí y el ahora, tomar plena conciencia de lo que ocurre en nuestro interior. Este alumno sentía que lo llevaban a “volar”, y me pedía que lo ayudara, mediante las correcciones, a bajar a tierra. Sin embargo, cuando le propuse un ejercicio sencillo a realizar a diario –para así poder corregirlo–, me contestó que no tenía tiempo para practicar porque era una persona sumamente ocupada.
Hasta aquí la anécdota, la base de estas reflexiones.
El stress, mal de nuestros tiempos.
Es contradictorio, pero cuando necesitamos bajar la ansiedad es frecuente el rechazo a lo que nos haría bien.
Así mucha gente acude a las clases de tai ji quan porque escuchó que su práctica es beneficiosa ante problemas de ansiedad o estrés. Sin embargo, al encontrarse frente una serie de ejercicios a realizar con cierta lentitud, manifiestan que no es para ellos, que necesitan descargar más energía. Parecen no darse cuenta ni saber que justamente la principal consecuencia del estrés es un desgaste de energía que es perjudicial a la salud.
Entonces como primer punto, es necesaria la paciencia. Si en los primeros tiempos de práctica venimos muy estresados o ansiosos, podemos generar un rechazo a la sensación de bienestar. Pero de persistir practicando, esa situación no va a demorar en cambiar.
Por otra parte es bueno volver a aclarar que consideramos que los beneficios a la salud que ofrece la práctica del tai ji quan no constituyen un objetivo en sí mismo, sino son consecuencia natural de la práctica.
En segundo lugar, hay que practicar aunque más no sea quince minutos al día, todos los días.
La práctica diaria es lo que aporta salud y longevidad.
De nada sirve asistir a clase una o dos veces a la semana, donde se trabaja en pos de una relajación profunda, si luego vivimos corriendo y nos olvidamos de que ese mundo existe. En la clase siguiente tendré que recomenzar de cero. El tai ji quan es una práctica de apariencia suave y de resultados muy profundos cuando se es constante en el trabajo.
En el mismo sentido, es importante comenzar a aplicar en la vida cotidiana diversas herramientas que nos son útiles para la práctica. Sobre todo mantener una actitud atenta y relajada, controlar nuestra postura, siempre tratando de disolver las tensiones, y poner atención a que nuestra reacción a los estímulos exteriores sea lo más armoniosa posible.
En tanto arte marcial, comparte con otras disciplinas como uno de los principales objetivos lograr un crecimiento interior que nos permita mejorar nuestra capacidad de adaptación al medio en que vivimos.
Otro punto importante, debemos buscar una actitud de serenidad en la práctica, no importa cuánto tiempo se le dedique. Mejor poco pero de calidad, y no mucho y a las corridas. Cualquier ejercicio, por sencillo que sea, si lo realizamos diariamente y en la actitud correcta, aportará a mejorar nuestra práctica, y por ende nuestra salud. Lo mismo se aplica a las pretensiones; no por aprender muchos ejercicios, técnicas y estilos rápidamente vamos a lograr más beneficios. En la práctica lo importante es poder profundizar en el contenido de lo que paulatinamente vamos asimilando.
Finalmente, mirando mi experiencia a lo largo de algunos años de práctica, considero que el mejor rédito se logra al dejar de lado las expectativas de éxito a corto plazo. Me llevó algunos años comprender que el tai ji quan es un raro tesoro a descubrir poco a poco. Una especie de tesoro arqueológico; no se puede desenterrar con una pala mecánica, hay que ir descubriéndolo con mucha paciencia. Y lo maravilloso de este tesoro es que cuantas más piezas desenterramos y vamos uniendo para armar el rompecabezas, más cosas nos damos cuenta que hay por descubrir.
Víctor Pagani